lunes, enero 02, 2006

Ojalá que no

En el año 1862, mucho antes de que los gringos la convirtieran en icono de Broadway onda “Cats”, Víctor Hugo le entregó al mundo esa joya llamada “Los Miserables”. En el prologo de esa novela, él explica qué fue lo que lo llevó a escribirla: “Quería bosquejar un cuadro de los tres grandes problemas de la gente del pueblo. Ellos son la degradación del hombre a través del proletariado, la decadencia de la mujer hambrienta y la atrofia de los niños que viven abandonados”.
143 años después, en Chile, la historia sigue igual.
El 31 de diciembre del 2005, los candidatos presidenciales que a esta altura siguen en carrera se besuquean en Valpo, Dom Perignon en mano. Y aunque Michelle se haga la desentendida, ambos veranean en Caburga. Los dos viven de Providencia para arriba. Y ambos (uno más que otra, esta claro) son harto más que de clase media.
Es cierto. Ellos no tienen la culpa de tener billete y otros no. El asunto está en que, pretenden hacerse responsables de resolver este problema. Y ahí nace mi duda.
Que no conozcan la pobreza ¿es razón suficiente para que no sepan o no les interese combatirla?¿Deberán conformarse como siempre, nuestros más pobres, con flores de un día, pero ninguna solución real?. En resumen, ¿habrá alguna esperanza para Les Miserables de nuestro país?.
Desde los padres de la patria para acá, la clase dirigente de nuestro país siempre ha estado conformada por familias derechamente de plata. Siendo fiel a la verdad, en gran parte del mundo el cuento es el mismo y puede que eso explique por qué el prólogo de Víctor Hugo se mantenga hoy tan vigente. Como siempre, el mejor ejemplo lo da U.S.A. ¿Cómo llega a ser presidente del país más rico del mundo un tipo disléxico, ignorante, homofóbico, xenófobo y alcohólico?, fácil, con mucha, pero mucha plata producto de las empresas petroleras de la familia, el rendimiento de los terrenitos en el campo y sus miles de cabezas de ganado, y por sobre todo, con un papá con amigos muy bien ubicados tras años de jugar golf, beber whisky y comer caviar con los tipos que conviene.
Con todo, siempre hay una esperanza. No olvidemos que Allende fue médico, hijo de un abogado radical que le heredó la tradición familiar de la masonería. Y el Che, también medico, de una familia acomodada que no dudo en cambiarse de casa cuántas veces fuera necesario hasta encontrar el clima menos desfavorable para el asma de Ernestito y así deben haber miles de ejemplos.
Lamentablemente, el hecho de que los grupos económicos estén tranquilos no es buena señal. Los empresarios que estaban con crisis de pánico cuando Ricardo Lagos fue electo , hoy ven en Piñera a su gran esperanza blanca y en Bachelet un continuismo que garantiza mercados estables y de bajo riesgo. O sea, todo anuncia seguir tal como hasta hoy. Ojalá que no.