viernes, marzo 31, 2006

SERMONES

Tanta prédica y tan poca práctica.
Hoy en las noticias de la mañana, el docente mejor evaluado en la polémica prueba de calidad de enseñanza planteaba que actualmente, a los estudiantes de nuestro país no se le entregan contenidos formales, sino que herramientas, para que investiguen, razonen, concluyan y discutan con otros, con fundamentos y respeto, para llegar a los conocimientos.
Hace un par de semanas recibí de un amigo, el resumen de un libro llamado “Una Nueva Mentalidad” en el que se plantea que, lo que es y será valorado en un trabajador, no es su capacidad física, como en la era industrial, ni su análisis lógico y de cálculo, como en la era de la información (que ya se asume en proceso de término), sino que su capacidad creativa, artística (sí, leíste bien) y de diseño.
Por favor. Hasta cuando nos vienen con cuentos. Paren de mentir. Como diría Don Nicanor: “A otro Parra con ese hueso”.

Los que hemos estado metidos en el buscar y cambiar de pega desde hace un par de años, sabemos que lo que aprendimos en la universidad acerca de las competencias soft es cuento. Suena bien. Tiene lógica. Pero es cuento.
¿Tu jefe tiene mala ortografía?. ¿Tu jefe cree que beethoven es un perro?. ¿Tu jefe es mal educado?. ¿Tu jefe no ha agarrado un libro en su vida?. ¿Tu jefe es el tipo más monótono y menos creativo que conoces?
Bienvenido al mercado laboral del nuevo milenio.
Si para Saint-Exupery, lo esencial era invisible a los ojos, no tiene para que serlo para los encargados de Recursos Humanos de las empresas. Y es que si lo analizamos a fondo, un tipo creativo e intelectualmente intranquilo puede ser profundamente problemático. No es de extrañar que las empresas quieran que sus trabajadores sean un “Clone Army”. Que no molesten. Que no formen sindicatos. Que no tengan salidas de madre. Que no echen por el suelo el inservible plan en el que llevan trabajando hace años y que los mantiene conservando un cargo.
¿Cuantos avisos de trabajo dicen: experiencia no excluyente?. ¿Un 1%?. ¿Un 2%?.
Desde hace tiempo ya que la estupidez laboral hace que los técnicos sean mal mirados por los profesionales, quienes a su vez son mal mirados por los masters, quienes a su vez son mal mirados por los Doctorados y así sucesivamente.....¿y por qué?, ¿acaso el trato no es que lo más importante no son los títulos?
Empresas best place to work como Microsoft, DyS, Banco Estado y otras en sus avisos de trabajo incluyen cosas como: “Alta Motivación por metas” o “Capacidad de trabajo bajo presión”, y con suerte algo más soft como “Proactivo”. Claramente, requisitos que un robot puede cumplir de manera óptima.
Recién ayer se conversó alrededor de una piscola acerca de los curriculums. Los comentarios de los jefes son: Curriculums tradicionales. Formatos casi inexistentes.¿Por qué un encargado de marketing no puede tener su currículum en una presentación ppt?¿O en un mp3?¿O en una animación en Flash?.
Los más freaks de mis amigos trabajan en pegas iguales a las del resto. Los que han tenido proyectos soñadores tienen que trabajar 20 años en pegas que no los hacen felices para juntar plata antes de autofinanciarse.

Al final, los gurus de los recursos humanos nacen en los libros, viven en seminarios en Casapiedra, se reproducen en los papers de los Journals y mueren pirateados en internet.
Se quedan en eso.

miércoles, marzo 15, 2006

RE-CUERDOS

¿De dónde viene la obsesión de guardar?. ¿Por qué en una sociedad donde cada vez más cosas son desechables, nos dedicamos a conservar, a mantener?. Hasta el 31 de marzo del 2006 en www.30gigs.com están abiertas las inscripciones, para todos los que quieran tener un correo con 30 gigabytes de capacidad. O sea, podrías tener en tu correo más de lo que harta gente tiene en su PC. Respaldar toda tu música y las fotos que consideras no aptas para los discos locales, tantos documentos como para que la vida no te alcance para leerlos, o lo que se te ocurra.
Ahora, ¿para qué?. Hace poco, con una pareja de amigos comentábamos de la capacidad de guardar cosas que poseen las abuelas. Desde colecciones interminables de revistas clásicas del tipo Selecciones del Reader’s Digest, Mecánica Popular, o de aquellas que traen moldes para tejer o coser, pasando por ropa a la que recurrir al momento de una fiesta de disfraces, hasta llegar a casos extremos como el de aquella señora que guardaba tubos de papel confort, palitos de helado y todos los potes de yogurt y mantequilla (cuidadosamente lavados) desde hace muchos años, con el propósito de tener un stock disponible para las tareas escolares de sus nietos.
Sin darnos cuenta, las memorias virtuales se están transformando en la pieza de los cachureos de hoy en día, y en ellas guardamos un montón de cosas inútiles. Son, por un lado, una muestra innegable de nuestro gran apego por las objetos y por otro, nuestra manera de aceptar que nuestra memoria es limitada y que debemos recurrir a unidades adicionales para poder contener la gran cantidad de información que recibimos.
Cuando niño, en mi casa había una pieza en el patio que llamábamos “El Cuarto”. En “El Cuarto” había de todo. Y no creo que más allá del 10% de las cosas de ahí hayan sido de real utilidad. Con los espacios urbanos de hoy en día y la obsesión por la higiene, es imposible que alguien piense tener en su casa algo como eso. Una cosa es una bodega para las bicicletas, accesorios de jardín y otras cosas. En “El Cuarto”, debieron haber más arañas de rincón per cápita que en varias regiones rurales de Chile.
Estoy seguro que la mayor parte de los interesados en el correo de 30 gigas lo que quieren es poder guardar la gran cantidad de fotos que actualmente se sacan. Casi todos los carretes se documentan, mínimo con la cámara de un celular. Ni hablar de las ocasiones calificables como especiales.
Por mi parte, muchas veces he terminado diciendo, por falta de pilas, capacidad de almacenamiento o rollo fotográfico que “No importa, que lo mejor es guardar las imágenes en mi memoria” tratando de convencerme que las fotos son simplemente una manera de presumir ante los amigos, pero en realidad todos sabemos que no es así. A través de las fotos, algo de mí queda en los lugares o con la gente que no deseo olvidar. De ahí aquel acto sicomágico que todos han hecho en algún momento, de quemar, romper (en esto la foto digital se ve superada por el papel en romanticismo) o suprimir fotos de una ex pareja, como para revalidar el hecho de que no existe ningún vínculo.
Definitivo. Los cachureos, físicos o digitales, se apoderan de nuestra alma. Es su estrategia para prolongar su vida. Por eso seguiremos guardando. En distintos formatos y ocupando distintos espacios, pero guardando.
Considerando los e-mails que no han sido de pega, mi primera cuenta de correo fue en latinmail, y después tuve de manera simultánea un correo de la universidad y un hotmail. Desde hace un tiempo atrás que tengo un g-mail. El más computín de mis amigos me hizo llegar la invitación para integrarme, y no me pude resistir a los 2 gigas de capacidad para guardar pura basura. Coincidentemente, es el 4° correo personal que tengo. Así que puedo decir, que tal como hace 20 años atrás, cuando tengo algo inservible, lo guardo en el 4°.